Concordia do Livre Arbítrio - Parte I 18

Parte I - Sobre as capacidades do livre-arbítrio para praticar o bem

Disputa XVIII: En la que explicamos, en función de lo que hemos expuesto en las dos disputas anteriores, algunos testimonios de las Sagradas Escrituras que parecen negar la libertad de arbitrio

1. En función de lo que hemos expuesto en nuestras dos disputas anteriores, podemos explicar con facilidad algunos pasajes de las Sagradas Escrituras que los luteranos aducen contra la libertad de arbitrio.
En primer lugar, están las palabras de Proverbios, XVI, 9: «El corazón del hombre medita su camino, pero es Dios quien asegura sus pasos». En efecto, el hombre que está en gracia puede decidir ─a través de su libre arbitrio y sin otro auxilio especial de la gracia─ mantenerse continuamente en la observancia de los preceptos divinos y no ofender nunca a Dios mortalmente o guardar castidad o realizar durante un largo espacio de tiempo cualquier otra cosa de difícil cumplimiento, como, sin duda, lo demuestra lo que hemos dicho en la disputa 14. No obstante, sin el auxilio cotidiano y especial a través del cual Dios asiste a este hombre y sin las distintas maneras en que ─con su ayuda─ dirige sus pasos, este hombre no podrá realizar lo que decide, ni alcanzar el fin del camino al que se propone llegar, como es evidente según las conclusiones que hemos ofrecido en las disputas anteriores. De ahí que en Salmos, XVI, 5, el profeta diga: «Ajusta mis pasos a tu camino, para que mis pisadas no vacilen»; y en Salmos, CXVIII, 4-6: «Tú nos ordenaste guardar en extremo tus preceptos. ¡Ojalá dirijas mis pasos, para que pueda cumplir tus mandatos! Entonces no me turbaré al observar todos tus preceptos, viendo que en ninguno he ofendido tu majestad». Con muchas otras palabras semejantes el profeta implora el auxilio divino. Por tanto, el pasaje de Proverbios, XVI, 9, no destruye, sino que demuestra la misma libertad de arbitrio que a todas luces evidencian las palabras que acabamos de citar, sobre todo porque los pasos que Dios debe dirigir a través de su auxilio, no son sus pasos, sino los que nosotros damos por medio de nuestro libre arbitrio con la ayuda divina.
2. Consideremos el siguiente pasaje de Jeremías, X, 23: «Yo que no depende del hombre su camino, ni del que anda enderezar su paso». Según Lutero, estas palabras suprimen la libertad de arbitrio. Sin embargo, nosotros creemos que la interpretación de este pasaje debe ser totalmente distinta. Pues en nombre del pueblo judío, caído en pecado y carente de gracia, el profeta pide su conversión, reconociendo la imposibilidad de que esto se produzca sin el auxilio de Dios. Por eso dice: «Yo que no depende del hombre su camino (naturalmente, no depende sólo de él comenzar a andar), ni del que anda enderezar su paso (naturalmente, esto tampoco depende sólo de él)». Luego añade (X, 24): «Corrígeme, Señor (a saber, para que me convierta a ti, golpeado por tu temor), pero con tino, no con tu ira, no vaya a suceder que me reduzcas a la nada». Por tanto, este testimonio no destruye la libertad de arbitrio, sino que aquí Jeremías tan sólo habla de la conversión del impío, afirmando que el auxilio divino es necesario para que comience a andar por el camino de la justicia. Más aún, como el profeta habla del camino del hombre, cuando dice que «no depende del hombre su camino, ni del que anda enderezar su paso», está defendiendo la cooperación del hombre a través de su libre arbitrio en conjunción con el auxilio divino. De ahí que San Agustín o quienquiera que sea el autor de la Scala paradisi (cap. 10) diga: «Dios obra en nosotros nuestras obras, pero sin que nosotros estemos totalmente ausentes; pues somos colaboradores de Dios, como dice el Apóstol (I Cor., III, 9)». En efecto, Dios quiere que le roguemos y que, cuando se acerca a nosotros y nos aguarda a la puerta, le abramos el seno de nuestra voluntad y consintamos con Él. Sobre las palabras de Salmos, LXXVIII, 9: «... ayúdanos, Señor, nuestro salvador»; San Agustín dice: «Cuando quiere ayudarnos, ni es ingrato a su gracia, ni suprime nuestro libre arbitrio; pues quien recibe su ayuda, también hace algo por mismo»; y en su In epistolam Iohannis ad Parthos (tr. 4, n. 7) afirma: «Si dices: ayúdame, haces algo. Pues si no hicieras nada, ¿cómo te ayudaría?». Lo mismo enseña en De verbis Apostoli(s. 13) y en De perfectione justitiae, que escribió contra Celeste.
3. Otro testimonio en el que se apoya Lutero es el de Proverbios, XVI, 1: «El hombre prepara su alma, pero Dios gobierna nuestra lengua». Pero estas palabras deben interpretarse de la misma manera que el primer testimonio. Pues como es varón perfecto ─según dice Santiago en su Epístola, III, 2─ quien no ofende de palabra y además es muy difícil estar mucho tiempo sin ofender de palabra ─como nos enseña Santiago en este pasaje─, en consecuencia, para poder evitar durante un largo espacio de tiempo todas las ofensas que se hacen de palabra, no necesitamos del auxilio peculiar de Dios en menor medida ─por el contrario, tenemos mayor necesidad de él─ que para abstenernos durante un largo espacio de tiempo de todo pecado mortal. Ciertamente, aunque sabemos que, durante muchos años ─incluso durante toda su vida─, muchos varones justos nunca han tenido conciencia de haber caído en pecado mortal, sin embargo, apenas uno encontraremos que no haya ofendido de palabra y que no experimente una contrición de su propio espíritu a causa de su incapacidad para gobernar su lengua. Por tanto, el sentido de las palabras de Proverbios es el siguiente: Es el hombre quien debe preparar su alma ─por medio de su libre arbitrio─ para moderar su lengua, decidiendo no decir nada indigno; sin embargo, es Dios quien debe gobernar su lengua con su auxilio de manera que no diga nada indigno durante un largo espacio de tiempo, como si hacer esto no estuviese en la facultad del libre arbitrio considerado en mismo, según hemos dicho en la tercera conclusión de la disputa anterior. Por tanto, estas palabras pueden demostrar la libertad de arbitrio más que impugnarla, según hemos dicho también a propósito del primer testimonio.